La bandera, las promesas y el relato propio

Podemos contar lo que lo nos une al terruño con palabras que describan nuestra vida cotidiana. El texto que sigue se ofrece y con la invitación a modificarlo según la realidad de dónde se vaya a leer, de modo que a los chicos les resulte cercano, como comento en el vídeo con Juan

La bandera y las promesas: Luis Pescetti

Hay un montón de gente que trabajó muchísimo para que haya calles por las que ustedes llegan a la escuela, o para que el edificio en el que viven tenga agua, gas, para que ustedes hablen por teléfono o tengan libros. Para que haya canales de tv, incluso para que haya videos.

Todos fueron chicos y, en algún momento, hicieron la promesa a la bandera.

Otro montón de gente nació lejos pero vino a vivir a Argentina porque era un refugio: abuelos, bisabuelos suyos.

Para que haya comida en la mesa, aviones, señal de radio, el del UBER que los trae a la escuela, el chofer del ómnibus que los lleva al club.

Atrás y antes de cada cosa que pasa en su vida, hubo bocha y bocha de personas. Todos fueron chicos antes de hacer algo que hoy usamos o nos cura o nos ayuda. Todos hicieron su promesa a la bandera.

Que ustedes hagan la promesa, quiere decir que van a hacer lo posible para que eso no se rompa, o se olvide y no haya quien lo arregle.

Que van a hacer todo lo que puedan para encontrar lo que les gustaría hacer, para cuidar o para inventar cosas nuevas, porque todos los chicos quieren que el mundo sea un poco nuevo, y que funcione bien, cuando nacen.

Ustedes lo quisieron, sus hermanitos y hermanitas también lo quisieron: a nadie le gusta llegar a un mundo viejo y roto o triste. Todos esperamos que el mundo esté lo mejor posible y se alegre cuando llegamos. Como cuando vamos de un amigo y vemos que se alegra porque lo visitamos.

Ustedes prometen que no se van a cortar solos, ni que se van a aprovechar de lo que ya está hecho, que no van a hacer goles en contra a propósito, ni ninguna de esas cosas que hacen los malos compañeros. Sino que van a ser como los buenos amigos, porque ningún país está hecho del todo, terminado.

La Argentina no está hecha del todo, y mejor estar entre buenos amigos para seguir haciéndola como nos gustaría que sea.

 

 

 

© Luis Pescetti